Existe en El Bierzo una pequeña ermita que alberga una
talla singular. Además de toda la parafernalia propia de una iglesia, contiene
una pequeña figura que hace estremecer cuando la observas detenidamente.
Apartado de la civilización y ya en la frontera con Galicia,
el camino que lleva al pueblo de Paraxís te puede poner de los
nervios. Si no estás acostumbrado a las
carreteras de la zona, su estrechez y los altos desfiladeros por la que transcurre,
te aconsejo que no mires por la ventanilla para evitar una terrible sensación
de vértigo. Vértigo solo compensado con
el esplendor de su paisaje ya que el camino asciende por una carretera rodeada de
frondosa vegetación, sobretodo castaños, y unas vistas sin igual.
Justo al llegar al desvío hacia el pueblo, nuestros sentidos
se pondrán a prueba una última vez. La sensación de precipitarte al vacío hará
que sujetes con fuerza el volante, y una vez salvado este escollo, comprobarás
cómo la carretera se estrecha aún más precipitándose en un pronunciado descenso
en el que te encomendarás a todos los santos para no encontrarte con otro
vehículo en sentido contrario.
Es recomendable estacionar a la entrada del pueblo y dar un
pequeño paseo hasta la ermita. Así se
podrá disfrutar de la arquitectura típica de la zona, del paisaje con sus
castaños centenarios, y tener la oportunidad de encontrarte con algún vecino
que te pueda abrir la ermita o contarte alguna de las leyendas sobre o demo. Hasta hace poco, se podía
observar la talla desde el exterior, pero ahora con la nueva reforma no es
posible. Con lo cual si no conseguimos que nos abran el viaje habrá sido en
balde salvo por el disfrute de la naturaleza que nos rodea.
Por el contrario, si conseguimos entrar, nos encontraremos
con un altar presidido por el Ángel de la Guarda (curioso que la ermita esté
consagrado a él) y a su derecha una pequeña talla negra, de orejas puntiagudas
y guadaña en mano; sus alas rotas nos dejan entrever su ajetreado pasado.
Leyendas como la de tres hombres que cegados por el alcohol, lo sacaron en
procesión y tras un raro incidente con la talla, murieron en los meses
sucesivos en extrañas circunstancias. Por eso cuando miras fijamente a la
talla, puedes atisbar una pequeña sonrisa burlona que te hace desear con cada
una de las células de tu cuerpo abandonar el lugar.
Tal y como voy desgranando poco a poco, se puede entrever
que la comarca de El Bierzo es un lugar prolífico en leyendas y tradiciones,
caldo de cultivo para que alguien lo suficientemente trastornado y enamorado de
su tierra, le dé por escribir una novela para aunarlas en una trama fantástica
como es Amanece sobre Londres.
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