Recientemente he acudido al cine a ver la nueva película de
Scarlett Johansson y Morgan Freeman: Lucy.
Antes de nada os avanzo que no hay ningún spoiler,
es más, lo interesante está concentrado en su tráiler; el cual podéis visualizar
al final de la entrada.
Es una pena que una película que prometía mucho finalmente
se quede en agua de borrajas empezando por los actores. Voy a perdonar a Scarlett por motivos obvios,
pero lo del Sr. Freeman ya es escandaloso. Por poner un ejemplo, si me ponen un
corte de Lucy o Transcendence en el que aparezca, no sé si sería capaz de
diferenciar al personaje. Pero bueno, no
pretendo ser ahora un experto crítico de cine.
Lo que realmente me llamó la atención es cómo los guionistas
erran de lleno a la hora de elegir la trama principal sobre la que se articula
el film, por no hablar de la cantidad
de clichés que utilizan para darle una falsa consistencia que a veces consigue
engañar al espectador, consiguiendo que este se sumerja en diferentes
divagaciones de corte transcendental.
Retomando el hilo, la protagonista es utilizada como mula
para transportar una nueva droga de diseño con la cual se intoxica. Esto
provoca que su capacidad cerebral aumente rápidamente hasta el 100%. Y es aquí
cuando llega el desliz, en el momento en el que el personaje de Morgan Freeman
sube al estrado de una concurrida aula y asegura que solo utilizamos un 10% de
nuestra capacidad cerebral. Por
supuesto, al igual que en Amanece sobre
Londres, cada uno es libre de articular una trama de la forma que estime
oportuno, que para eso son obras de ficción; pero quería llamar la atención en cómo
la gente es propensa a creer en la pseudociencia, tal y como expliqué en una
entrada anterior.
La realidad es que utilizamos el 100% de nuestro cerebro. Lo
del 10% es tan solo un mito que la gente ha asimilado como verdadero, pues solo
hay que ver las consecuencias de que una pequeña zona resulte dañada. Lo que sí
es cierto es que no sabemos ni la forma ni el modo en que funciona nuestro
cerebro. A pesar de los avances tecnológicos, considero que es el único órgano
que escapa todavía al conocimiento de la ciencia y que puede que este no llegue
a un mísero 1%. No sé si en un futuro seremos capaces de desarrollar las
habilidades de la protagonista de la película o de Tomás, uno de los
protagonistas de la novela. Puede que debido a la evolución, dentro de unos cuantos
millones de años, se den las debidas mutaciones que nos permitan desarrollar
destrezas hasta ahora solo imaginables en un mundo cuántico. O puede que la
ciencia nos posibilite en tan solo unas décadas poseer supercerebros con ayuda
de la nanotecnología. Sea como fuere, no nos queda más remedio que asumir
nuestras limitaciones en un universo, que a pesar de nuestra propia idiosincrasia,
de momento nos sigue quedando muy grande. Mientras tanto podemos dejar volar la imaginación
gracias a directores, actores, artistas en general y escritores, en algunos casos nóveles
como yo, que simplemente buscan hacer pasar un rato ameno.
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