Durante la documentación para la novela, dos preguntas
surgieron en mi cabeza. ¿Somos la sociedad más avanzada que jamás haya
existido? ¿Es así o un velo de egoísmo cubre nuestra percepción? Estas dos,
aparentemente fáciles preguntas de rápida respuesta, podrían esconder más de lo
que en un primer momento se podría llegar a pensar. No es ningún nuevo
descubrimiento el orgullo humano, quizás nuestro mayor talón de Aquiles, que
nos obliga a cegarnos con nuestras creencias y maniatarnos con nuestros
prejuicios. Al hombre no le gusta el cambio a pesar de ser algo inherente a
nuestra condición humana. Sin duda es un hecho que le ha llevado a cometer
innumerables errores a lo largo de la historia. La religión, y haciendo alusión
a ella no quiero decir que sea uno de ellos, es más, considero que el hombre
necesita de ese acervo espiritual para sobrevivir. Llámenlo religión, ciencia o
creencia. Como decía la cuestión es que en la sociedad actual el cristianismo y
sus diferentes ramas, han ahondado tanto en el subconsciente colectivo, que
para el común de los occidentales la historia solo remonta dos mil años en el
tiempo, para los más eruditos, se podría ampliar en una ventana que va de los
tres a cuatro mil años de antigüedad. ¿Pero ese dogma preestablecido significa
que no existió ninguna otra civilización anterior? Rotundamente no. Bajo mi
humilde punto de vista existieron dos cataclismos en la historia de las
sociedades recientes. El primero de ellos fue la quema de la biblioteca de
Alejandría y el segundo la Edad Media, ese periodo oscuro en el que la sociedad
permaneció sumida durante varios siglos.
Sin duda el más relevante fue el primero de ellos. Casi un
millón de pergaminos se perdieron en el incendio. Es inevitable preguntarnos
por todo el conocimiento que allí confinado quedó sumido en cenizas. Nunca
sabremos qué contenía, pero una cosa me queda clara a medida que indago y
adquiero la experiencia que me da el paso de los años. Los antiguos tenían
algún tipo de conocimiento desconocido para nosotros a día de hoy. No hablo de
pseudociencia o metafísica, sino del uso de su capacidad mental. De algún modo
eran capaces de descubrimientos que se perdieron o eliminamos con el devenir de
los siglos y que de algún modo no se nos han vuelto a revelar hasta la llegada del
Renacimiento.
En una sociedad avanzada como la que vivimos, en ciertos
sectores se ha dejado de lado el valor del esfuerzo para dárnoslo todo prefabricado.
Hay personas que se abandonan a conseguir ingresos a fin de mes para obtener
recompensas banales, dejando de lado su espíritu. Y este necesita ser calmado
de alguna manera, ya sea con religión o conocimiento. Dos cosas en principio
contradictorias pero que pueden ir de la mano, puesto que a fin de cuentas la
palabra espíritu procede del latín spirare,
respirar, y lo que respiramos es aire, materia. El campo de la ciencia. Entonces
me pregunto si ese cultivo del espíritu de los antiguos les llevó a alcanzar
descubrimientos que sin la tecnología actual nos podrían parecer inconcebibles.
Como narro en Amanece sobre Londres, Eratóstenes dio una medida muy aproximada
del diámetro de la tierra… en el S.III a.C. Es curioso que en lugar de utilizar
nuestra capacidad intelectual con los medios de los que disponemos hoy en día,
sea un recurso habitual en pleno S. XXI aferrarse a lo esotérico y aludir a
teorías de la conspiración, en algunos casos esperpénticas, como pueden ser las
teorías creacionistas extraterrestres. La razón: es más fácil y rápido que
buscar una respuesta científica.
La conclusión que extraigo de esto es que nuestros
antecesores disponían de dos virtudes defenestradas hoy en día. El esfuerzo y
la paciencia. El primero siendo conscientes de la dificultad para alcanzar sus
metas, el segundo para andar el camino que lleva a ellas y asumir el éxito o el
fracaso de sus disertaciones. Gran culpa de la pérdida de estos valores lo tiene la educación actual.
Considero que a los niños deberíamos enseñarles que la
tierra es plana. ¿Qué cara pondrían al ver por primera vez un globo terráqueo?
Más que la sorpresa, lo que me interesaría es que, por primera vez, comenzarían
a razonar, cuestionar y buscar una explicación a lo que ven, dejando de ser sus
cerebros meros contenedores de información. Al parecer, el objetivo del sistema
educativo actual.
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