Lo siento, pero no me he podido resistir. Viendo cómo está
el patio sociopolítico en España necesito soltar mi opinión a los cuatro
vientos.
Tenemos más opciones políticas con posibilidades de ganar de
las que hemos tenido en los últimos años en un país sumido en la lacra del
bipartidismo y sin embargo es cuando más confuso estoy. ¿Por qué? Pues supongo
que por la desconfianza que me generan los políticos como a la gran parte de
los ciudadanos. Personalmente estoy cansado de peleas de patio de colegio y
acusaciones mutuas, creo que es tiempo de regeneración política. Tenemos que
olvidarnos de ideologías, empezar a recuperar valores y ser más prácticos.
Por un lado es necesaria una reforma electoral que dé voz a
las minorías, y no tirar millares de votos a la basura debido a un sistema de
reparto artrítico que favorece a la lista más votada. Y hablando de lista, ¿Para
cuándo elecciones con listas abiertas en las que el ciudadano pueda votar a la
persona y no al partido político? España ha sido un ejemplo de cómo implantar
de forma pacífica una democracia viniendo de una dictadura. Una transición que
se estudia en diversas universidades del mundo como prototipo a seguir. Es una
pena que los corruptos y el sedimentarismo de la actual clase política estén
consiguiendo relegarnos de esa posición de privilegio. Quizás por el
conformismo de pensar que esa transición ya ha finalizado cuando la realidad es
que tan siquiera hemos llegado a su madurez. Son necesarias reformas pero con
cabeza. Por ejemplo, es necesaria la citada reforma de la ley electoral, pero
la constitución apenas se debería tocar. Es demasiado joven para ello y si alguien de los
que ahora mismo me está leyendo la ha estudiado a fondo, coincidirá conmigo en
el gran trabajo que hicieron nuestros padres constitucionales. Sus artículos
tienen una armonía casi matemática en la que no dejan nada al azar, previendo
diferentes escenarios políticos y sociales. En todo caso si hay que tocar algo
es el famoso art. 135, modificado por el PSOE previo pacto con el PP con
nocturnidad y alevosía. Todo un insulto a los españoles y a los creadores de
nuestra Carta Magna.
¿Y qué hacemos con la monarquía? Pues si tengo que
encasillarme os diré que mi ideología es de izquierdas tendiendo al infinito.
Pero a pesar de todo pesa más la practicidad de la que hablaba antes que los
colores de mis pensamientos. Sí, soy un rojo que apoya la monarquía. Una
monarquía tal cual prevé la constitución. ¿Por qué? Os voy a proponer un
ejercicio. ¿Cúal es el presidente de la república alemana? Posiblemente estés
pensando en la respuesta equivocada. Merkel es el canciller, o lo que viene a
ser el primer ministro. Su presidente es Joachim Gauck… ¿La reina de Reino
Unido? Seguro que aquí no hay dudas. A lo que voy es que en términos prácticos,
la figura de un Rey o una Reina nos da más visibilidad en el extranjero y de
eso es de lo que tenemos que aprovecharnos. Considero que nos deberíamos de
preocupar más en rentabilizar esa monarquía
como hacen en Reino Unido. No conozco monarquía con más escándalos que la
inglesa y a la vez más querida por el pueblo. Si vas a Londres vete a ver el
cambio de guardia y entenderás de lo que hablo. Que igual es necesario reformar
la institución, perfecto. Pero una cosa que quiero dejar claro que debemos
posicionarnos en el mercado mundial y una monarquía democrática nos aporta un
valor añadido respecto a otros países y da un carácter diferenciador a nuestro
estado.
En otro orden de cosas, más que la monarquía, es la
corrupción lo que realmente está dilapidando el nombre de España extramuros y
de puertas hacia dentro nos toca sufrir sus consecuencias. Siempre he pensado
que un político tiene que estar bien pagado puesto que sacrifica su vida personal
en pro de los intereses del pueblo, sus horarios no saben de jornadas laborales
de ocho horas y treinta días de vacaciones. Pero eso es vivir en un mundo
de ideales inalcanzable, estamos hablando de un prototipo de político que no
abunda en este país. Cuando veo una falta de valores completa en ellos, cuando
veo señorías jugando al Candy Crush en el congreso, que solo unos pocos
presenten iniciativas de forma habitual y que su único valor es la codicia; pues me
parece muy correcto que algunos partidos pretendan limitarlo. No es ético salir
del congreso con una jubilación asegurada a cuenta de las cortes y trabajar
para una multinacional que acabas de privatizar en la legislatura anterior.
Es necesario perseguir la corrupción que asola este país,
pero para ello no es necesario partir del dogma de que todo lo anterior es
malo. Tenemos el ejemplo de nuestra bandera que por mucho que quieran
politizarla, nos deberíamos preocupar más de lo que va a simbolizar para
nuestros hijos y nietos. Tenemos un senado que muchos intentan eliminar cuando
es fundamental para el control legislativo de las cámaras. Una sanidad
universal que muchos intentan limitar a los españoles, sin darse
cuenta que en el momento que se la quitemos a inmigrantes y extranjeros dejará
de ser universal con lo que ello implica: el camino hacía su privatización
lenta e inexorablemente. Tenemos una clase obrera acuciada por las deudas
porque nos vendieron que podríamos vivir como la clase alta. Unos autónomos y
parados trabajando en “B” o echando cuentas para alcanzar la edad de
jubilación, que tienen tanta culpa como los corruptos políticos. Pero hay una
diferencia importante entre unos y otros, porque entre el españolito de a pie
hay quien lo hace por egoísmo y quién lo hace por necesidad. Todo esto con una
clase dirigente que trata de culparnos de las penas de esta sociedad: el pecado
es de un motón de vagos que se gastan el dinero en pisos de forma incontrolada
(creando la consecuente burbuja), que han endeudado este país con impagos a la
banca de préstamos y líneas de crédito, y defraudado a hacienda de forma
sistemática. Pero quien reforma la ley del suelo, quien ha dado manga ancha (y
financiado) a la banca y quien ha dejado que se facture bajo manta es nuestra
clase política, porque al permitirlo se llenaban los bolsillos a dos manos como
se está demostrando últimamente.
Resulta claro que son necesarias reformas, pero la más
importante es la de que los partidos políticos apenas hablan: la educación. Es
necesaria una educación en la que primen los valores, el esfuerzo del trabajo
colectivo y no la competitividad que nos conduce por el lado
oscuro de la avaricia, el consumismo y el egoísmo. Una educación en
igualdad en la que las oportunidades no las tenga solamente el que tiene el
dinero, de lo contrario no seremos capaces de salir de este bucle sin fin.
Para terminar, no voy a aconsejar votar a una u otra
formación. Todavía ni yo mismo lo sé. Lo único que tengo claro es que votaré a
aquellos que planteen un cambio de verdad respecto a los últimos años a pesar
de que no esté al cien por cien de acuerdo con su programa. Lo que sí te pido
es que por favor, en esta ocasión más que nunca, acudas a las urnas a ejercitar
un derecho del que como ciudadanos, podemos sentirnos orgullosos.