Un blog
para presentaros mi primera novela y compartir mis opiniones, experiencias e
inquietudes con vosotros. Amanece sobre Londres relata dos historias paralelas
en el tiempo, una en el siglo IV y otra en la actualidad contra un mismo
enemigo: Luzbel. El destino de sus personajes se decidirá antes de la salida
del sol, tras una frenética carrera a través de las calles de la capital británica.
sábado, 25 de abril de 2015
martes, 14 de abril de 2015
La Deep Web
Investigando para mi próxima novela he dado con algo que me
ha turbado a unos niveles que nunca había experimentado. Imaginad un iceberg.
Todos sabemos que solo aflora por encima de la superficie una pequeña parte de
su verdadero tamaño, aun así, es suficiente para sentirnos insignificantes ante
la visión de uno.
Vivimos rodeados de información y muchas veces nos sentimos
incapaces de abarcar el bombardeo al que somos sometidos día tras día. Gran
parte de culpa, por no decir toda, la tiene internet. Esa maravilla que bien
usada puede servir para enriquecernos como personas pero que como todo en esta
vida tiene su parte oscura. Todos conocemos prácticas como el phishing y
noticias de cómo es posible utilizarla para fines poco éticos, pero para el común
de los mortales esa internet, con sus cosas buenas y malas, solamente es la
punta del iceberg.
Quisiera aclarar que lo que voy a relatar ha sido a base de
buscar información en la web, puesto que no recomiendan sumergirse en ella sin
los conocimientos adecuados de informática. Estoy hablando de la internet
profunda: la llamada Deep Web.
Como en el ejemplo que abría la
entrada, la verdadera internet es la que está oculta a nuestros ojos y con una
organización estratificada. En el primer nivel se pueden encontrar foros privados
o intranets pertenecientes a empresas. A medida que te vas sumergiendo,
necesitarás mayores conocimientos informáticos para eludir a diferentes
organismos públicos como la Europol o el FBI. Solo el hecho de nombrar estas
agencias te hace comprender por dónde van los tiros. De ahí que no me haya
atrevido a entrar. Aunque solo sea por curiosidad, si das con la página
inadecuada puede que te encuentres con una
visita inesperada en casa…
Obviamente, no tienes que ser un entendido en informática
para entrar en la Deep Web, pero es necesario para no dejar rastro. ¿Y por qué
alguien estaría interesado en no dejar rastro? Pues porque las actividades que
se desarrollan en la internet profunda son en su mayor parte ilícitas.
Cualquier cosa que se le pueda ocurrir a tu “depravada” mente, lo encontrará
aquí. Desde compra de armas, drogas, sexo, pedofilia, a cosas tan retorcidas como
supuestas snuff movies de
violaciones, asesinatos o cualquier cosa imaginable.
Todo esto abre un gran debate moral. Por un lado tenemos una
internet en la que nuestros pasos están medidos. Por poner un ejemplo, Google ya utiliza desde
hace años la información que recaba de miles de millones de búsquedas para
cosas tan banales como recomendarte un restaurante conforme a tus gustos, a
otras más importantes y sorprendentes como anticipar una epidemia de gripe.
Pero por otro lado tenemos una internet libre a la que
accedes de forma anónima y sin dejar ningún tipo de rastro, que podría ser el
sueño de librepensadores y antisistema, pero que irremediablemente parece haber adquirido un
cariz oscuro y en algunos casos tétrico. De ahí la cuestión moral que hunde sus raíces
en los albores de la humanidad. ¿Son necesarias las normas, usos y costumbres para
una buena convivencia en la sociedad? ¿Un
escenario de libre albedrío daría lugar a una distopía? ¿O simplemente vivimos
presa de unos valores comúnmente aceptados, en lucha con una parte oscura de la
naturaleza humana que realmente es inherente al hombre, y que la mayor parte de
la sociedad trata de reprimir?
En mi caso el solo el hecho de narrar en Amanece sobre Londres una violación me
ocasionó malestar y una clara repulsión. Pero a fin de cuentas estamos hablando
de una ficción narrativa que me permite mirar hacia otro lado. Una costumbre
también muy arraigada en la sociedad occidental. Sin ir más lejos, ahí está la
repercusión del atentado contra el Charlie Hebdo con manifestaciones de rechazo a lo largo de toda Europa y cómo se
palpaba la empatía en todos los medios
de comunicación. Sin dejar de condenarlo
pero a la vez sin dejar de ser crítico, es destacable que a pesar de haber
ocurrido hace tan solo unos días la matanza de la Universidad de Garissa parece
haber sido borrada del subconsciente colectivo. Al igual que las doscientas
niñas que llevan ya un año secuestradas en Nigeria.
Parece que además de una Deep
Web, también disponemos de una Deep Memory que nos permite poner tierra
de por medio con aquello que choca frontalmente con nuestros valores, en lugar
de afrontar los problemas de este mundo e intentar mejorarlo. Somos como el sapo de la fábula, nos cocemos
a fuego lento y no nos enteramos.
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