Jacobo, Tony, Andrea… Son algunos de los protagonistas de Amanece sobre Londres. Tienen en común
que juntos descubrirán la comarca de El Bierzo de la mano de un anciano médico
guardián de un antiquísimo arcano. A modo de guía espiritual, hundirán las
raíces en el pasado de un antiguo enclave sito en pleno Camino de Santiago.
Villafranca del Bierzo.
Esta hermosa población tiene la singularidad de ser el único
lugar en todo el camino donde puedes conseguir la indulgencia plenaria, a parte
claro está, de la Catedral de Santiago. Sólo las personas enfermas o
accidentadas podrán ganar el Jubileo en la Iglesia de Santiago, donde su Puerta
del Perdón únicamente se abre los años santos.
Esta pequeña iglesia posee además otros muchos encantos…
para el que tenga ojos para ver. El no iniciado no logrará atisbar toda la
simbología oculta que muestra el templo, relacionada con el esoterismo que
envuelve el camino en su lento discurrir por la península. No iba a ser menos
en un enclave donde, a través de fraguas olvidadas en el devenir del tiempo, se
inicia una senda de fuego hasta Campo del Agua, en plenos Ancares. En este
lugar, los antiguos moradores de estas tierras rendían culto a sus deidades
dejando una impronta de misticismo en la región.
Muchas personas cometen el error de pensar que esta villa
fue fundada por los francos, pero la realidad fue diferente. Dña Urraca, varios
siglos atrás y tras un encontronazo con las autoridades locales que no la
reconocieron, eliminó su portazgo. Villa
franca de impuestos. Por supuesto en el imaginario popular también existen
otras leyendas, como que sus fundadores llegaron en un carro tirado por bueyes blancos.
Sea como fuere, Villafranca del Bierzo hunde sus raíces en la Edad del Bronce
(Recomendable una visita al museo de los Padres Paules) y ha sido testigo mudo
de diferentes batallas. Señorío y posteriormente marquesado, llegó a su culmen
en el siglo XIX cuando se convierte en capital de la recién creada Provincia del Vierzo aunque eso sí, de
duración efímera.
Su rica historia nos ha dejado también un conglomerado
artístico y cultural sin parangón. Desde su Colegiata hasta las obras del
pintor flamenco Paul Bril en el Convento de La Anunciada, pasando por las
iglesias de San Francisco o San Nicolás. Su castillo, la Calle de los Tejedores
y la del Agua nos trasportaran a épocas pasadas, siendo en esta última calle donde
nació Enrique Gil y Carrasco, escritor berciano por antonomasia.
En definitiva Villafranca es el lugar idóneo para establecer
el centro de operaciones de cara a disfrutar de una visita a El Bierzo y por qué
no, también de su gastronomía. Quién sabe si conversando con sus gentes,
descubrirás algún antiguo misterio de la zona… De momento y para saciar vuestra
curiosidad, en la novela desgranaré algunos.
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