Un blog para presentaros mi primera novela y compartir mis opiniones, experiencias e inquietudes con vosotros. Amanece sobre Londres relata dos historias paralelas en el tiempo, una en el siglo IV y otra en la actualidad contra un mismo enemigo: Luzbel. El destino de sus personajes se decidirá antes de la salida del sol, tras una frenética carrera a través de las calles de la capital británica.

 

lunes, 18 de agosto de 2014

La plaga de la pseudociencia

Es curioso cómo en pleno siglo XXI la gente es propensa a creer en todo aquello cubierto por un falso velo de ciencia. Es lo que se denomina pseudociencia. En ella podemos englobar cosas tan diversas como la astrología, abducciones o numerosas teorías conspiratorias.
El proceso científico es un proceso lento y tedioso en el que los resultados tienen que estar avalados, ser reproducibles y lo que es más importante si cabe: que sean susceptibles de ser refutados. No sé si será culpa del sistema educativo, de los medios de comunicación o de nuestra incapacidad y comodidad para darnos cuenta de la dificultad y esfuerzo que entraña el método científico. Pero para mí, los científicos son los verdaderos héroes del mundo en el que vivimos. Capaces de errar en sus razonamientos y no aferrarse a ellos por orgullo, comenzando una y otra vez hasta dar con una hipótesis valida. Abiertos a cualquier nueva idea, aunque choque frontalmente con su trabajo y capaces de encajar las críticas hacia los resultados del mismo. Todo ello exige una gran dedicación y esfuerzo que muchas veces no se transmite al gran público. Sus descubrimientos son comunicados con premura, pero no se ahonda en cómo se han conseguido esos avances que en muchos casos salvan vidas, dando una falsa sensación de facilidad e inmediatez.
Características que por otro lado sí posee la pseudociencia. Uno de los ejemplos más extendidos hoy en día es la creación de la especie humana por extraterrestres. Dejando de lado las grandes posibilidades literarias de la idea, desde el punto de vista científico resulta absurda. Da una respuesta fácil a todos aquellos que no quieren embarcarse en el estudio de la teoría de la evolución y aluden entre otras cosas a la cantidad de coincidencias que deberían darse para la creación de la vida en la tierra de forma espontánea. Les supone un gran esfuerzo pararse a pensar en el elevado número de posibilidades existentes debido a la infinidad del universo entre otras cosas. Como este ejemplo podría enumerar otros que se pueden leer día tras día en la prensa. Ritos de curación, satánicos, amorosos, en busca de la riqueza… Sinceramente, no puedo llegar a comprender cómo hoy en día una madre prefiere implorar a su dios a llevar a su hijo al médico. A fin de cuentas, unos comportamientos más dignos de la edad media que de la época en la que vivimos.
Tras afrontar este tema a grandes rasgos, comprenderéis la necesidad que suponía para mí dotar los hechos fantásticos que aborda la novela de cierta base científica, de forma que generen la sensación al lector de que algún día podrían ser realizables. Convertí en mi mantra particular una de las tres leyes de Arthur C. Clarke: Toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia. Entonces comencé a moverme entre dos aguas, la ciencia y la pseudociencia, rebasando sus fronteras en más de una ocasión. Finalmente creo que el resultado ha sido satisfactorio y que mi trabajo conseguirá dar alas a la imaginación del lector.


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