Es mi estación predilecta del año en la comarca. Después de
los calores del verano, uno ya casi desea que esa marea de tonos marrones
inunde los campos, signo de que las temperaturas por fin se han suavizado.
Esta época viene precedida en El Bierzo por la festividad de
su patrona: La Virgen de la Encina. Si uno se sumerge en su historia se
percatará que hasta hace unos cuantos años, se celebraba coincidiendo con el
equinoccio de otoño. Sin duda un rasgo que delata cierta herencia pagana en las
fiestas religiosas actuales. En la
actualidad su celebración se ha adelantado al 8 de septiembre, que aun siendo
verano, ya obliga a tirar de chaqueta por las noches.
El Bierzo es un lugar de contrastes y sensaciones. Es precisamente
en otoño cuando uno se puede dejar embriagar por sus olores y sabores. Para sus
habitantes, marca el comienzo de un incesante trajín por los campos y montes.
No hay mayor placer para los sentidos como dar un paseo por los numerosos
pueblos con encanto que embellecen la comarca, como pueden ser Molinaseca o
Cacabelos, y toparse de lleno con el cautivador olor dulzón de los pimientos
asados. Desafortunadamente, cada vez quedan menos pimenteras en El Bierzo.
Supongo que será el precio a pagar por el progreso. Pero no nos vamos a poner
agoreros. También podemos dar un paseo por el monte y ver los viñedos
salpicados por numerosas personas afanándose en recoger ese fruto que dará
lugar al oro líquido tan apreciado por estas tierras. Aunque en honor a la verdad, la calidad de la
uva Mencía y las especiales características del clima por estos lares, están
provocando que los caldos del Bierzo cada vez adquieran un prestigio mayor
sobre todo en el extranjero; donde se han dado cuenta que hay un mundo por
descubrir más allá de los Rioja y los Rivera.
Como suele ocurrir en este país, amantes de férreas
costumbres y encarcelados en nuestros hábitos, tienen que ser los éxitos
alcanzados en lugares como Estados Unidos de América o Alemania los que nos
hagan apreciar nuestros tesoros. Como es
obvio, esto no sería posible sin el buen hacer de bodegas como Castro Ventosa,
Estefanía, Peique o mi último descubrimiento personal, bodegas Merayo; capaces
de aunar tradición y modernidad para crear caldos como Las Tres Filas, que bajo
mi humilde punto de vista, es el mejor vino que he probado en los últimos
meses. Si a esto unimos que sus viñedos están ubicados en los aledaños del
llamado Camino de la Virgen en Villafranca del Bierzo, muy cerca de donde
transcurre la acción de Amanece sobre Londres, pues… en este caso… tinto y en
botella.
Pero no, no termina aquí este recorrido otoñal por mi
tierra. En una próxima entrada os hablaré de una de las tradiciones más
arraigadas en la zona. El magosto.