Un blog para presentaros mi primera novela y compartir mis opiniones, experiencias e inquietudes con vosotros. Amanece sobre Londres relata dos historias paralelas en el tiempo, una en el siglo IV y otra en la actualidad contra un mismo enemigo: Luzbel. El destino de sus personajes se decidirá antes de la salida del sol, tras una frenética carrera a través de las calles de la capital británica.

 

miércoles, 6 de agosto de 2014

Fluir

Uno de los grandes retos a los que se enfrenta un escritor (si solo el mero hecho de escribir una novela te convierte en uno) es la recogida de datos para comenzar a modelar aquello que finalmente termina convirtiéndose en tu obsesión. Tu libro. Si a ello le unimos un género fantástico e histórico la cosa se va complicando poco a poco hasta límites insospechados.
Creo que los psicólogos denominan fluir a un estado de concentración plena en el que te encuentras tan absorto en lo que haces que desconectas del mundo exterior. Todos alguna vez lo hemos experimentado ya sea en la vida personal o en el mundo profesional. Controlamos tanto la materia sobre la que estamos trabajando que prestamos toda nuestra atención al desarrollo de la labor. Para aquellos que estudian o trabajan con música, es el momento en el que entras en trance y dejas de escucharla, dando la sensación de que actúas de forma automática. En el caso de un escritor, bajo mi humilde opinión, alcanzar este grado de control de la información requiere horas y horas de estudio y preparación sobre los diversos temas que deseas escribir, dejando a un lado la trama cuya gestación depende únicamente del proceso creativo de cada uno. Por ejemplo, si escribimos un diario, toda la información ya está disponible en nuestra cabeza de modo que esta fluye sin barreras a la hoja de papel. Si por el contrario escribimos sobre física cuántica y no estamos mínimamente versados en el tema, las interrupciones serán constantes en forma de consultas a terceros, poniendo de este modo cortapisas a la creatividad y en consecuencia evitando concentrarte en la narración.
En el caso de Amanece sobre Londres, este proceso se demoró tres años y me ha enseñado a valorar el trabajo de otros autores más si cabe. A grandes rasgos, la trama estaba decidida desde  el minuto cero en que la chispa creativa hizo detonar la historia en mi cabeza, pero fue la preparación lo que dificultó su reflejo en el papel. El proceso de documentación histórica es largo y tedioso, pero abordable a fin de cuentas con paciencia. Solo necesitas más o menos tiempo para visitar aquellos lugares de interés para tu novela, leer mucho o entrevistarte con aquellas personas que estén prestas a ayudarte. Todo claro está, dentro de tus posibilidades económicas y disponibilidad de tiempo. Obviamente no tuve ningún tipo de problema con los emplazamientos en El Bierzo, pero por ejemplo para visitar Londres aproveché mi luna de miel. Otros como la Capadocia, tuve que tirar de documentación e imaginación. Es decir, más y más trabajo. Las montañas de papel comenzaron a acumularse en mi escritorio…

A pesar de todo resulta un trabajo gratificante. El solo hecho de imaginarme cómo serían los lugares en el siglo IV y pasear mentalmente por ellos, fue todo un placer no comparable al esfuerzo que me supuso buscar cierta base científica a los hechos fantásticos que se describen en la novela, sin caer en lo que los expertos denominan pseudociencia. Pero este tema lo abordaré en otra entrada para no extenderme más.

Espero poco a poco ir desgranando los entresijos de Amanece sobre Londres e ir satisfaciendo vuestra curiosidad de cara a su próxima publicación.

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