Un blog para presentaros mi primera novela y compartir mis opiniones, experiencias e inquietudes con vosotros. Amanece sobre Londres relata dos historias paralelas en el tiempo, una en el siglo IV y otra en la actualidad contra un mismo enemigo: Luzbel. El destino de sus personajes se decidirá antes de la salida del sol, tras una frenética carrera a través de las calles de la capital británica.

 

martes, 14 de abril de 2015

La Deep Web

Investigando para mi próxima novela he dado con algo que me ha turbado a unos niveles que nunca había experimentado. Imaginad un iceberg. Todos sabemos que solo aflora por encima de la superficie una pequeña parte de su verdadero tamaño, aun así, es suficiente para sentirnos insignificantes ante la visión de uno.
Vivimos rodeados de información y muchas veces nos sentimos incapaces de abarcar el bombardeo al que somos sometidos día tras día. Gran parte de culpa, por no decir toda, la tiene internet. Esa maravilla que bien usada puede servir para enriquecernos como personas pero que como todo en esta vida tiene su parte oscura. Todos conocemos prácticas como el phishing y noticias de cómo es posible utilizarla para fines poco éticos, pero para el común de los mortales esa internet, con sus cosas buenas y malas, solamente es la punta del iceberg.
Quisiera aclarar que lo que voy a relatar ha sido a base de buscar información en la web, puesto que no recomiendan sumergirse en ella sin los conocimientos adecuados de informática. Estoy hablando de la internet profunda: la llamada Deep Web.
Como en el ejemplo que abría la entrada, la verdadera internet es la que está oculta a nuestros ojos y con una organización estratificada. En el primer nivel se pueden encontrar foros privados o intranets pertenecientes a empresas. A medida que te vas sumergiendo, necesitarás mayores conocimientos informáticos para eludir a diferentes organismos públicos como la Europol o el FBI. Solo el hecho de nombrar estas agencias te hace comprender por dónde van los tiros. De ahí que no me haya atrevido a entrar. Aunque solo sea por curiosidad, si das con la página inadecuada puede que te encuentres con una visita inesperada en casa…
Obviamente, no tienes que ser un entendido en informática para entrar en la Deep Web, pero es necesario para no dejar rastro. ¿Y por qué alguien estaría interesado en no dejar rastro? Pues porque las actividades que se desarrollan en la internet profunda son en su mayor parte ilícitas. Cualquier cosa que se le pueda ocurrir a tu “depravada” mente, lo encontrará aquí. Desde compra de armas, drogas, sexo, pedofilia, a cosas tan retorcidas como supuestas snuff movies de violaciones, asesinatos o cualquier cosa imaginable.
Todo esto abre un gran debate moral. Por un lado tenemos una internet en la que nuestros pasos están medidos.  Por poner un ejemplo, Google ya utiliza desde hace años la información que recaba de miles de millones de búsquedas para cosas tan banales como recomendarte un restaurante conforme a tus gustos, a otras más importantes y sorprendentes como anticipar una epidemia de gripe.
Pero por otro lado tenemos una internet libre a la que accedes de forma anónima y sin dejar ningún tipo de rastro, que podría ser el sueño de librepensadores y antisistema, pero  que irremediablemente parece haber adquirido un cariz oscuro y en algunos casos tétrico.  De ahí la cuestión moral que hunde sus raíces en los albores de la humanidad. ¿Son necesarias las normas, usos y costumbres para una buena convivencia en la sociedad? ¿Un escenario de libre albedrío daría lugar a una distopía? ¿O simplemente vivimos presa de unos valores comúnmente aceptados, en lucha con una parte oscura de la naturaleza humana que realmente es inherente al hombre, y que la mayor parte de la sociedad trata de reprimir?
En mi caso el solo el hecho de narrar en Amanece sobre Londres una violación me ocasionó malestar y una clara repulsión. Pero a fin de cuentas estamos hablando de una ficción narrativa que me permite mirar hacia otro lado. Una costumbre también muy arraigada en la sociedad occidental. Sin ir más lejos, ahí está la repercusión del atentado contra el Charlie Hebdo con manifestaciones  de rechazo a lo largo de toda Europa y cómo se palpaba la empatía en todos  los medios de comunicación.  Sin dejar de condenarlo pero a la vez sin dejar de ser crítico, es destacable que a pesar de haber ocurrido hace tan solo unos días la matanza de la Universidad de Garissa parece haber sido borrada del subconsciente colectivo. Al igual que las doscientas niñas que llevan ya un año secuestradas en Nigeria.

Parece que además de una Deep Web, también disponemos de una Deep Memory que nos permite poner tierra de por medio con aquello que choca frontalmente con nuestros valores, en lugar de afrontar los problemas de este mundo e intentar mejorarlo.  Somos como el sapo de la fábula, nos cocemos a fuego lento y no nos enteramos.

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